LAS VIOLENCIAS EN MÉXICO
Pasado y presente de la violencia
La historia reciente del país ha estado marcada por la irrupción de distintos fenómenos de violencia, cada uno con distintos rostros, y con actores y manifestaciones específicos, que han dejado tras de sí experiencias de dolor, heridas abiertas y secuelas profundas, pero al mismo tiempo, han dado lugar a acciones por parte de sobrevivientes, víctimas y defensores de derechos humanos que, desde diferentes trincheras, luchan por la verdad, la justicia y por mantener viva la memoria.
A mediados de la década de 1960, en medio de un escenario de desigualdades, en lo económico, y de autoritarismo, en lo político, emergieron en México una serie de movimientos sociales e insurgencias armadas que buscaron construir con mundo más justo y transformar el régimen político. Ante este nuevo tipo de disidencia política, el Estado desplegó una violencia de carácter contrainsurgente para mantener el orden social y aniquilar a las distintas organizaciones en lucha y a sus militantes. Lo anterior dio lugar a un periodo de violencia política que se prolongó durante cerca de veinte años, marcado tanto por las luchas de distintas organizaciones político-militares, como por una fuerte represión estatal para combatirlas, periodo también conocido como “guerra sucia”. La violencia de Estado desplegada como estrategia contrainsurgente, tuvo como una de sus características la perpetración de prácticas represivas exacerbadas de carácter ilegal y clandestino, inéditas y atroces, con técnicas como la detención arbitraria, la reclusión en centros clandestinos de detención, la tortura, la desaparición forzada y la ejecución extrajudicial, por mencionar algunas, que configuraron un terror de Estado.
Lo vivido durante este periodo de violencia política se fue desdibujando del escenario nacional hacia mediados de la década de 1980. No obstante, las secuelas en víctimas y sobrevivientes quedaron intactas, persistieron muchos resabios de aquella maquinaria represiva y huellas del legado autoritario, y los crímenes cometidos permanecieron impunes.
Entre finales de la década de 1980 y principios de 2000, irrumpieron distintos episodios de violencia no sólo política, que tenía que ver con luchas de resistencia y prácticas coercitivas estatales y paraestatales, sino también social, es decir, prácticas y expresiones de violencia cotidiana, de carácter fundamentalmente criminal, desplegadas en el ámbito microsocial con actores diversos y causalidades también distintas. El levantamiento zapatista, las masacres de Aguas Blancas, Acteal, y El Charco, en el primer caso, y la expansión de bandas criminales, así como fenómenos como las “mujeres de Juárez”, en el segundo, constituyen ejemplos paradigmáticos de este contexto, mas no los únicos.
A mediados de los años 2000, con el despliegue de la llamada “Guerra contra el narco”, se inauguró un nuevo ciclo de violencia, caracterizado no sólo por las agudas magnitudes y brutales expresiones, sino también por la emergencia de prácticas y manifestaciones inéditas, y por la aparición de otras que recuerdan el pasado reciente, pero con otros rostros, otros actores y otras motivaciones. De este modo, en el presente, la violencia desatada en el país, ignominiosa y ubicua, en la que el Estado no es el único protagonista, sino también otros actores que actúan por su aquiescencia o ausencia, ha dejado tras de sí un enorme derramamiento de sangre, decenas de miles de desplazados, muertos y desaparecidos, sitios convertidos espacios de muerte y fosas clandestinas, escenas de barbarie y horror, la militarización, así como historias de dolor y miedo entre las víctimas.
En todos estos escenarios de violencia, existen condiciones que los posibilitan y perpetúan, existen condiciones sociales y políticas que las hacen posibles, como también condiciones que las invisibilizan, silencian o legitiman. La desmemoria y la impunidad respecto a las violencias de Estado del pasado reciente es, sin duda, uno de los aspectos que han permitido la violencia del presente. Pero, al igual que en el contexto de las violencias del pasado, ante las violencias del presentes también han irrumpido voces que claman por la verdad, la memoria y la justicia.