MEMORIALIZACIÓN

Acciones para mantener viva la memoria

Las sociedades que han sufrido contextos de violencia se ven atravesadas por las secuelas y los legados del horror. Muertos, desaparecidos, desplazados, tejidos sociales rotos, miedos y heridas abiertas, son algunos de ellos. Como también lo son la persistencia de resabios autoritarios, el ocultamiento de lo ocurrido, intentos de silenciamiento y olvido, la impunidad de los perpetradores y los contínuums de violencia. En este sentido, la memoria, la verdad y la justicia se tornan aspectos fundamentales para la recuperación y el reconocimiento de lo ocurrido, la dignificación y reparación de las víctimas y las garantías de no repetición. Es necesario mantener viva la memoria, sin ella no hay verdad ni justicia.

Los procesos de memorialización por parte de sobrevivientes y familiares de víctimas de contextos de violencia política del pasado reciente, así como de la violencia del presente, tienen un papel crucial no sólo en términos del no olvido de los hechos sufridos, la recuperación de la memoria histórica y el restablecimiento de la dignidad de las víctimas, sino también en los procesos de verdad, justicia, reparación y no repetición.

En lo que concierne al Estado, los procesos de memorialización respecto a las violencias del pasado reciente y del presente, constituyen un mecanismo de resarcimiento hacia las víctimas, y tienen que ver con el reconocimiento de lo ocurrido y de las violaciones graves a los derechos humanos cometidas, así como con la aceptación de la responsabilidad de actores e instituciones estatales o, bien, de actores paraestatales, criminales o privados pero que actuaron con la aquiescencia del Estado o en el marco de la ausencia del mismo; y tienen también una incidencia en el esclarecimiento de la verdad, el castigo a los culpables, la atención de las demandas de restablecimiento de la dignidad y la reparación de las víctimas, así como en el establecimiento de mecanismos que eviten la repetición de los horrores del pasado y que inhiban la continuidad de los horrores del presente.

A través de procesos y acciones de memorialización, se reconocen los hechos ocurridos en el pasado reciente, y se insiste y abona en su esclarecimiento; asimismo, se dignifica a las víctimas, reconociendo y honrando su memoria, sus vivencias, sus ideales y sus luchas. Se borran silencios y olvidos, y se visibilizan voces y recuerdos a veces acallados. Con ello, se incide en que los horrores del pasado reciente no se vuelvan a repetir, o que los del presente no se perpetúen. De igual manera, se arroja luz que guía los caminos de la verdad y la justicia.

Ante los vacíos y falencias que durante mucho tiempo ha tenido el Estado, han sido, fundamentalmente, los sobrevivientes, las víctimas, los familiares y defensores de derechos humanos, en colectivos y organizaciones de la sociedad civil, quienes han impulsado iniciativas de memorialización a lo largo de muchos años.

Un sitio de memoria en lugares donde se cometieron crímenes y violaciones graves a los derechos humanos, o donde se forjaron luchas y resistencia, donde se rememoren y visibilicen los acontecimientos vividos en contextos de violencia; la identificación de sitios significativos o emblemáticos de las luchas o de la represión, y la colocación de marcas de memoria; el rescate de una fotografía que recuerde y eternalice los rostros; una manta, un bordado, un mural o un memorial que dé cuenta de las experiencias vividas y los sentires de quienes sobreviven y buscan verdad y justicia; un escrito, una canción o una palabra que dé lugar a las voces de las víctimas y construya una narrativa distinta a las verdades hegemónicas y oficiales, que dé cuenta de los hechos vividos, así como de las causas, los responsables y las consecuencias de la violencia; conmemoraciones de hechos significativos, así como homenajes a las víctimas: compañeros, compañeras, hijas, hijos, hermanas, hermanos, madres o padres asesinados o desaparecidos, constituyen, todos ellos, esfuerzos por mantener viva y digna la memoria y el recuerdo de quienes ya no están, que fueron arrebatados por la acción del Estado u otros actores de violencia, y son herramientas de lucha contra la injusticia, la impunidad, la ignominia, el silencio y el olvido.

El esclarecimiento de la verdad sobre los hechos ocurridos en los contextos de violencia, así como procesos de judicialización y el castigo a los perpetradores, continúan siendo tareas pendientes. Como también la eliminación de las causas y condiciones que posibilitan la violencia, y que además la legitiman y perpetúan. Pero la memoria es una luz que guía, somos muchos los sobrevivientes, familiares de víctimas, colectivos y organizaciones que mantenemos esa llama viva, que somos memoria.